Un partido desabrido. Tan desabrido como el salame en una pizza vegana; cuasi vomitivo como ver al niño símbolo poeta paseándose con calcetines y calzoncillos en un dormitorio nauseabundo de una mañana de febrero.
Palestino
no supo como dominar completamente el partido. Y cuando tenía chances de
atacar, abusó del centro colgado por las bandas, que en la mayoría de los casos
ganaban las cabezas del conjunto visitante. Tal vez quiso depender en esta
oportunidad no tanto del colectivo, sino de alguna genialidad de sus hombres en
vanguardia, pero la defensa y el arquero de La Calera lo impidió en esta
oportunidad.
El
visitante tampoco tenía mucho que ofrecer, salvo uno que otro contrataque que
terminó o en nada o en las manos de Rigamonti. Si tenía alguna intención seria
lo mostró en los últimos minutos del partido.
El problema
del malestar de la hinchada es que saben que Palestino puede ofrecer más. Si
bien estuvo más afiatado el mediocampo que en otras oportunidades, no ayudó a
desnivelar la balanza a favor. Bajo ese aspecto la táctica de los balones
largos por las bandas nuevamente fue la tónica de opción de peligro tanto con
Benitez como con Carrasco y Vejar.
Podemos
encontrar puntos altos en Benítez, Suárez, Dávila, Román y Rigamonti, el resto
de la normal hacia abajo. Marabel claramente fue un retroceso en los cambio por
Soza; Abrigo aportó y luchó, no obstante, nuevamente la defensa de La Calera
estuvo correcta en su actuar.
¿Tal vez el
empate en la Cisterna frente a los cementeros fue algo así como un cable a
tierra? ¿o solo es el resultado de un equipo que requiere de un descanso?
Queremos entender que es lo segundo, pero falta un último esfuerzo. El sábado
se viene Everton por el partido suspendido y es una buena oportunidad de
sacarse el polvo y la modorra.