lunes, 13 de abril de 2020

Palestina: ocupación con coronavirus.



A medida que la cantidad de infecciones y muertes por COVID-19 se multiplican cada día, ha habido un aumento en las llamadas en todo el mundo para que las personas muestren solidaridad y se cuiden mutuamente. Sin embargo, para el gobierno israelí, no existe la solidaridad.
Tan pronto como se detectaron las primeras infecciones por coronavirus, las autoridades israelíes demostraron que no tienen intención de aliviar el apartheid para asegurarse de que los palestinos puedan enfrentar la epidemia en condiciones más humanas.

La represión (real y en su forma más cruda) ha continuado, con las fuerzas de ocupación israelíes utilizando la excusa de una mayor presencia militar para continuar con las redadas en algunas comunidades, como el barrio de Issawiya en Jerusalén Este, la demolición de viviendas en lugares como la aldea de Kafr Qasim y la destrucción de cultivos en las comunidades beduinas en el Desierto de Naqab.

Décadas de gobierno de tendencia colonialista al estilo sionista eso sí, ocupación militar y repetidos ataques a la población civil han enseñado a los palestinos a no esperar ninguna "solidaridad" del gobierno del apartheid israelí. En esto, como en las crisis anteriores, saldrán adelante y ya lo han demostrado, pues a pesar de los escenarios adversos, para los palestinos sobrevivir es una constante, ya han sido amenazados con la extinción, por lo que paradójicamente la amenaza de una pandemia no representa una amenaza mayor de lo que ha representado el sionismo para Palestina en los últimos años y en el presente, pues mientras a todos sus respectivos gobiernos ordenan quedarse en casa, los palestinos deben enfrentar situaciones tales como  que los funcionarios de la Administración Civil de Israel en Cisjordania llegaran con una escolta militar, una excavadora y dos camiones de plataforma con grúas a la comunidad palestina de Khirbet Ibziq en el norte del Valle del Jordán. Confiscaron postes y láminas que debían formar ocho carpas, dos para una clínica de campo y cuatro para viviendas de emergencia para residentes evacuados de sus hogares, y dos como mezquitas improvisadas.

Además de la impactante destrucción de la clínica en construcción, la Administración Civil continúa su rutina de demolición. Demoliendo hogares estacionales de granjeros que son residentes de Jerusalén, en el pueblo de ‘Ein a-Duyuk a-Tahta, al oeste de Jericó.

Para controlar mejor a la población palestina que debe trabajar en Israel también les obligan a bajar una aplicación, ya que los palestinos que trabajan en Israel deben ir a la Coordinación de las Actividades del Gobierno en los Territorios (Ocupados), COGAT, para obtener sus permisos, pero las oficinas de COGAT están cerradas debido a la pandemia del coronavirus.

Los palestinos con permiso no tienen más remedio que bajarse la aplicación para saber si se encuentran legalmente en Israel.  La aplicación se obtiene después de que los palestinos confirmen el siguiente párrafo: "Nosotros [el Ejército] podemos hacer uso de la información que recogemos para lo que queramos, incluidas cuestiones de seguridad".

A pesar de que el mundo se encuentra en  estado de alerta, que en muchos países con problemas con sus respectivos gobiernos, la crisis del coronavirus entrega una especie de tregua y la atención pasa por resolver de la mejor manera posible una crisis sanitaria que lentamente se va tornando también en humanitaria, en Palestina no pasa un día sin que Israel no golpee, arreste ni mate a un joven palestino, a una mujer, a un hombre o a un niño, y lo que es moralmente escandaloso, más de lo que puede ser una acción de guerra feroz, es que todo esto se comete en el estado de no beligerancia sino de “simple” ocupación militar: un crimen en sí mismo, que luego se agrega a los crímenes diarios individuales que Israel, con arrogancia inescrupulosa, cataloga como “seguridad” dando a sus partidarios la palabra clave para permanecer indiferentes.

Con todos estos ejemplos de lo que es estar a merced de una ocupación, los palestinos  que también cuestionan a su gobierno, protestar en contra de él no es una opción, la única opción que les queda como sociedad autónoma es la resiliencia, saber hacer el máximo con lo que se tiene a mano. Ver posibilidades donde los demás sólo ven confusión.  Prueba de ello es que Gaza siempre golpeada y brutalmente sometida por el asedio isarelí se las ha arreglado para fabricar y exportar más de 600.000 mascarillas y 100.000 trajes protectores en las últimas tres semanas para los países europeos, también gracias a esa disciplina es que en Palestina se han registrado hasta la fecha  solo 273 casos de coronavirus y 2 lamentables muertes. Pero el mensaje para el mundo es que en Palestina bajar los brazos no es una opción, quejarse tampoco, la consigna es salir adelante en base a un esfuerzo colectivo que permite que la supervivencia de Palestina se asegure por el amor a su identidad, a su patria y a un símbolo de 4 colores que no destiñe, sino que brilla de orgullo por ser lo que son: palestinos.