Palestino entraba a la cancha con una formación diezmada con las ausencias de dos piezas importantes en el andamiaje como Jiménez y Villanueva, sembrando en el horizonte las dudas de mantener la performance de los últimos encuentros. Por la vereda de enfrente, llegó un Audax que viene en bajada futbolísticamente hablando, no obstante su último triunfo frente a Antofagasta le daba un pequeño respiro anímico (de paso reafirma que Héctor Tapia no le gana a nadie).
El gran cambio, dadas las bajas antes indicadas, era la inclusión en el mediocampo del juvenil Chamorro para acompañar a Farías y Cortés en la generación de fútbol, y la vuelta a la titularidad de Benegas en delantera, sumando el cambio de la banda derecha de Carvajal por Soto. Bajo esta formación, la estrategia de Sierra fue la de la búsqueda constante de las bandas y la apertura de cancha por las bandas de Carrasco y Benítez, este último moviéndose de preferencia por la banda izquierda pero ampliado su área de influencia por todo el frente y teniendo a Fernández como su escudero, tándem que funcionó de buena manera en el primer tiempo. Y fue precisamente la movilidad del argentino el factor de la apertura de la cuenta, con la complicidad de Leandro Benegas, siendo para este último quizás la única acción colectiva eficiente que tuvo durante todo el partido.
En el mediocampo, se valora la disposición de Farías y Cortés, constantemente atosigados por la marca audina para impedir su salida con claridad, cumpliendo de buena manera el libreto asignado. La actuación de Chamorro no obstante, tuvo sus luces y sombras, con un rendimiento dispar; eficiente y ordenado en pasajes del partido, displicente en otras, queda finalmente al debe (tuvo en dos ocasiones la opción de ampliar el marcador).
La defensa en general tuvo una correcta actuación, reduciendo casi a cero las ocasiones reales de peligro de gol y ayudando a que Lanzillota mantuviera en esta oportunidad su arco a cero, lo cual ayuda mucho en el aspecto sicológico del equipo. Luego del 1-0, la visita reordenó sus líneas haciendo retroceder a los árabes y forzando al local a buscar oportunidades por la vía del contragolpe; no obstante esa superioridad en la posesión del balón fue inútil dado la buena colocación y la aplicación de pierna fuerte cuando fue necesario.
En delantera, lo más reconfortante después de la actuación de Benítez fue la estabilización de Carrasco como factor aportante en la densidad ofensiva. Certero en los pases, ayudó a abrir espacios arrastrando marcas y creando inquietud con sus centros.
En conclusión, no fue un gran encuentro ni un gran marcador, pero es un triunfo que a futuro se va a valorar, principalmente porque el grupo pudo superar sus miedos y limitaciones en los momentos en que se necesitaba, transformándose en un resultado bien trabajado que aumenta la cuenta global, y genera un punto de inflexión entre la lejanía de la parte baja de la tabla y la aspiración a grupos de avanzada.
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