Pensábamos que habíamos superado la edad de la inocencia. Que las lecciones aprendidas en la final de la Copa Chile habían sido asilimadas. Pero lo mostrado esta noche en el Lucio Fariña nos dió directamente en la boca, entre los ojos y ha hecho pedazos la nariz. Nuevamente un rival de amarillo nos ha hecho vivir una pesadilla como en aquella final, y de nuevo se cometieron los mismos errores, ahora amplificados.
Da vergüenza hasta mostrar el marcado final del encuentro, por decencia la omitiremos.
Se nota mucho la diferencia entre Marín y Melo, contrasta demasiado, como un neón furibundo y una ampolleta alimentada con pila. Lo peor que ha hecho Melo en toda su carrera profesional, una vergüenza bajo todo punto de vista. Dejamos el orden bajo los tres palos y llegamos a los gritos sin sentido, Darío Melo debe ser los ojos en la espalda de la defensa, pero estos están con cataratas. No es lógico y posible que una defensa ordenada durante el campeonato haya pasado a ser un bodrio en 45 minutos. Pésimas instrucciones desde el arco y la banca, porque Pablo Guede retrocedió a su filosofía de "ataque kamikaze" cambiando a línea de 3 y dejando la defensa totalmente permeable. San Luis no desperdició el regalo para alegría de sus parciales.
No le puedo reprochar al mediocampo para arriba la vergüenza, salvo el nivel bajo de Farías. Pero no, no se pueden salvar, porque la presión es inútil sin cabeza fría, porque es inconcebible perderse un gol solo frente al arco. Porque no puedo sacar la ira de mi mente y ver cómo una y otra vez el terror se vestía de amarillo. Como en la final de la Copa Chile. Con esto las esperanzas de pelear la punta es mejor guárdalas en el conocido baúl de la frustración.
Una vergüenza, una verdadera vergüenza. Y en esta no se salva nadie, desde Guede hasta el aguatero.
EL JUGADOR DE CARTÓN
Por su seguridad, su concentración, por su sobriedad bajo los tres palos, el "jugador de cartón" de este partido no es otro más que Darío Melo.
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