El representante de Israel ante las Naciones Unidas:
– “Antes de empezar mi discurso querría contarles algo sobre Moisés:
Cuando Moisés golpeó la roca y de ella salió agua, pensó “qué buena oportunidad para darme un baño”.
Se quitó la ropa, la dejó junto a la roca y entró al agua. Cuando acabó su baño y quiso vestirse, su ropa no estaba allí. Se la habían robado los palestinos”.
El representante de Palestina saltó furioso y dijo:
– “¡Qué dice! ¡Si los Palestinos no estaban allí entonces!”.
El representante de Israel sonrió y dijo: – “Muy bien… y ahora que ha quedado claro quienes llegamos primero a este territorio y quienes fueron sus invasores, comenzaré mi discurso”.
Estados Unidos bajo el mandato de Donald Trump pretende cambiar su embajada en Israel, de Tel Aviv a Jerusalén, lo que produciría más tensión en la región, sin embargo, más allá de lo que podamos esgrimir nosotros en contra de tal acción, queremos compartir un pequeño análisis aparecido en un medio de prensa israelí:
Un amigo y fiel colaborador del blog me envió un link de un periódico israelí (hareetz), para que echara un vistazo a su columna de opinión. Mi sorpresa fue gigantesca al percatarme de que dicho artículo era un estudio histórico que describía razones por la que Jerusalén no es la capital del “pueblo judío”, de acuerdo al artículo Jerusalén ha existido por más de 4.000 años, de los cuales los primeros 1.000 años no tiene conexión con el pueblo judío, citando de manera textual una parte del escrito: “Incluso en la Biblia, el Libro del Génesis habla de Melquisedec, el rey de Salem, que salió para bendecir a Abraham, que no tenía conexión con Jerusalén. Durante el tiempo de los patriarcas, Jerusalén no figuraba en su actividad en absoluto. Aún cuando los israelitas estaban en Egipto, Jerusalén nunca fue mencionada, y cuando vagaron en el desierto hablaron sobre la tierra de Canaán, pero no sobre Jerusalén”( http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.657207?v=15367852CD1A44B5FADC1F4C1AF6498F , para quienes quieran leer el texto completo en inglés), pues tomando este punto como referencia, lo que se infiere es que desde un primer momento es el tono del artículo, el cual pretende desmitificar el que Jerusalén es la capital de los judíos, sin embargo es reconocida como la capital de Israel, pero del Israel bíblico no, lo que realza la tesis de que la motivación de crear un estado israelí es errónea desde su concepción, puesto que para los creyentes del pueblo elegido la existencia de Israel trasciende las leyes terrenales por lo que gozan de una especie de manto redentor de las atrocidades que han llevado a cabo en su ocupación.
La contradicción a la que hacemos referencia queda manifestada en el siguiente párrafo: “Sólo después del establecimiento del Estado de Israel Jerusalén Occidental se convirtió en la capital del país (¡pero no la capital del pueblo judío per se!). Desde 1967 lo que se conoce como Gran Jerusalén ha constituido la capital de Israel, pero no la capital del mundo judío. De hecho, los judíos de todo el mundo ven a Jerusalén como su capital religiosa o incluso espiritual, pero no como su capital nacional. Los judíos americanos tienen Washington, los judíos británicos tienen Londres, y París es la capital de los judíos franceses”. Pues siendo así, y yéndonos a las bases que sostienen el estado de Israel serían nulas, puesto que no existen israelíes naturales, ya que en casi su totalidad vienen o son descendientes directos de Europeos y cuya razón de estar y gozar del estatus de “israelí” justamente proviene de un legado místico, basadas en escrituras sagradas en la cual Israel es un pueblo prometido.
Concluyendo, sorprende que este estudio sea retratado en un periódico israelí, por lo que después de debatir arduamente podemos llegar a la hipótesis de que al tanto de su origen artificial quieren evitar que los convertidos al judaísmo adopten la nacionalidad israelí y sentar un pensamiento de que la nacionalidad la otorgue el lugar de nacimiento y no una ideología espiritual. Lo cual sería un gran paso para una moralmente alicaída sociedad israelí, ya que de lo que hoy carecen es justamente de conciencia.
Por contra partida la decisión de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén parece una medida desesperada por seguir validando un estado sin los argumentos históricos suficientes para actuar como tal.
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