Buenos recuerdos le trae a Ivo Bassay la ciudad de Córdoba. En ese mismo estadio (aún no se llamaba Mario Kempes), en un otoño de 1987, el hueso era protagonista al marcar 2 goles frente a Brasil por la Copa América de ese año. El, junto a Juan Carlos Letelier, hundieron a los cariocas por 4-0, un recuerdo imborrable para quienes lo vivimos.
Como si los reencuentros fueran buenos, el ahora DT de Palestino regresa a Santiago nuevamente con una sonrisa de la misma ciudad, esta vez con un empate 2-2 que le da la primera chance a los árabes para avanzar a la fase de grupos de la Copa Libertadores.
Y es que el mérito es doble, ya que presa de sus propios nervios, Palestino empezó perdiendo a los 4 minutos de juego. Desinteligencia en la salida tetracolor en los pies de Cortés y Moreno, tras pase en profundidad no perdona. El Colombiano, ex seleccionado, sacó a relucir sus jinetas y batió en buena forma al golero González. Luego, una nueva desinteligencia esta vez de Luis Mago, derivó en penal y en el 2-0 de Talleres ante 40 mil hinchas.
Cualquier equipo en cualquier parte del mundo ya tira la toalla al tener un marcador de ese tipo en tan corto tiempo. Pero hay algo en este Palestino que no tiene explicación, aparte de saber jugar al fútbol, que pone una garra “racional”, sabe que debe luchar y lo hace de muy buena forma, pero después de la laguna mental, racionaliza y desarrolla su juego de manera paciente y constante (siempre y cuando no los revienten, claro). Por ejemplo, si bien Cortés no estuvo pulcro en la primera mitad del partido, poco a poco no pierde la compostura y a medida que pasan los minutos le va ganando la mano al rival que se va quedando dormido al son del canto de cuna de Palestino. Otro para destacar en esta pasada es a Agustín Farías, cancerbero en la mitad de cancha, no arrugó al momento de poner la pierna fuerte, lo mismo que Fernández. De Jiménez ya todos saben como juega; claridad y velocidad hacen de El la figura del equipo.
Luego de las fallas iniciales, la línea defensiva con González y Mago se acomodaron al calor húmedo de Córdoba y anularon a la línea ofensiva de Talleres. Por las bandas Vejar tuvo más complicaciones que de costumbre, y Guillermo Soto cerró una muy buena actuación con un gol bien decidido (pudo haber centrado al pájaro en el empate), lo que le dará mayor confianza en los futuros partidos.
Y hablando del Pájaro, no hay nada más que aplausos. Yendo directamente a la pelea como soldado raso, aguantó todo lo que le llegó por parte de los defensores de la T, aguantó el balón que le llegaba, molestaba como mosca en las pelotas detenidas y, tras ganarle por cabeza en un lateral, la deja casi servida para el descuento de César Cortés. Una labor silenciosa la de Gutierrez hoy qué hay que destacar.
En esta oportunidad, Bassay leyó adecuadamente el partido, al ver que la debilidad de Talleres a medida que pasaban los minutos es no poder imponer sus términos sin el balón, para lo cual mandó a la cancha a Jorquera en desmedro de Passerini, y con tres creadores adelantando a Jiménez en vanguardia, definitivamente anesteció a los argentinos. Perfectamente a esas alturas Palestino pudo haber vuelto con un triunfo, y eso no le hubiese extrañado ni a los argentinos (si no me creen, lean el Olé), pero más sabe el hueso por viejo y prefirió cerrar filas con Guerrero al final del partido.
Ahora hay que esperar el partido de vuelta en Santiago y, salvo una derrota o un empate 3-3 o superior, Palestino tiene la gran opción de volver a codearse con los grandes de América y hacer relucir aquel mapa que luce cual brazalete.
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