Hace muchos años en una entrevista, Elías Figueroa (considerado por muchos como el mejor jugador de la historia del fútbol chileno) se despachó más o menos la siguiente frase: "Más peligroso que estar ganando 1-0, es estar ganando 2-0".
La reflexión tiene un buen asidero, considerando que una ventaja de 2 goles sobre el rival relaja al equipo que va ganando, a tal punto que ese relajo se transforme en soberbia que ciegue alguna reacción que lleve al 2-1, y peligrosamente después al empate o, peor aún, a una derrota.
Eso es lo que ocurrió en el lance entre Wanderers y Palestino este día Lunes en el Lucio Fariña de Quillota; Nuestro Tino rozó en la soberbia. Una soberbia que embriagó por minutos al equipo, una soberbia de quien las alturas lo marean, una soberbia que pudo haberle costado caro y que hipotecó parcialmente la punta exclusiva del campeonato.
No quiero decir con esto que el equipo no se merezca estar donde está, sino todo lo contrario: Ellos más que nadie saben todo el esfuerzo que han hecho desde más de una temporada por llegar a afiatar un conjunto compacto, pragmático y directo. Es por ello que la humildad no se debe perder en los momentos de gloria.
El resumen de lo que explico se resume en tres capítulos:
1- La confianza del juego
Lo vengo diciendo en mis blogs anteriores y la banca lo tenía claro: El déficit estaba en la zona media. Para el cotejo ante los caturros, Astorga apuntó a controlar el partido desde el mediocampo, el cual tuvo un resultado mejor que el del partido anterior, pero no lo suficiente: Un Valenzuela a destiempo con la delantera fue suplido por López concentrando la distribución del balón en 3/4 de cancha, más el apoyo en la salida de un correcto Carrasco, el cual tuvo su recompensa en el lujo de Gutiérrez y el cobro en caja para el 1-0. Luego Palestino nos regala un muy buen juego colectivo al inicio del segundo tiempo terminando en el gol de Sergio López, y con ello todas los elogios caen ante el "equipo revelación".
2- El relajo y la soberbia
Y no era menos: Invicto, puntaje perfecto, 0 gol en contra... el minuto y medio de sueños de gloria y elogios fue bofeteado por el descuento fulminante de Nicolás Canales para Wanderers, el cual herido en su orgullo de decano y choro de puerto, subió sus líneas y atacó a una defensa que ya empezaba a mostrar signos de desconcentración. La expulsión de Joao Ortiz no fue sino el resumen de esa soberbia con mezcla de prepotencia barata que por momentos inundó al equipo.
3- Los nervios de siempre
Después de la expulsión, un escalofrío me recorrió la espalda, presintiendo que todo lo que habíamos vivido estas semanas era demasiado bueno para que durara tanto. Creo que no me equivoco que en ese momento en la mente del hincha palestinista el pensamiento era uno solo: "Por Favor, no nos metan la pelota en la portería (por decirlo de alguna manera sutil)"
Pero Wanderers tenía sed, y el empate de Méndez tal vez refleja ya con la mente más fría un resultado más que justo por lo que se vivió en la cancha (reconozcamos que el árbitro se comió por lo menos un penal para Wanderers); asimismo, para los árabes la lección de que para aspirar a cosas mayores la diferencia está en encarar el partido los 90 minutos con la mente fría y, finalmente para todos los hinchas de ambos equipos un partido con buenos goles y un desenlace de thriller.
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