domingo, 29 de marzo de 2015

Final de Copa Chile: Esa extraña forma de amor.



… Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
(Pablo Neruda después del 3-0)

1- La previa.

Como uno más de los miles de hinchas del Tino, viajé kilómetros desde la Capital para llegar a Talca a presenciar la final de la Copa Chile, en la que nuestro querido equipo llegó con méritos propios. Ahí me recibió mi buen amigo Jorge Elías (a quien dejaremos en el anonimato como señor J). El ambiente en la hinchada era de fiesta, y rodeado de muchos niños participantes de la filial de fútbol de Talca, dirigida por don Pablo Quezada. Entusiasmado, me presenta a dos pequeños crack de la categoría “dientes de leche”, Juan Francisco y Juan David Henríquez, quienes, al igual que todos nosotros, esperaban con ansias ver a nuestro team alzar la Copa Chile.


Pero bueno. Ya todos sabemos lo que pasó. y para pasar las penas, fuera del estadio en un Pub de cuyo nombre prefiero no acordarme se hizo la cumbre de cartón 3.0, en una mesa redonda con Teresa, Mohamed, Yamilet y Carlos, y por otro lado la filial Talca, con Rodolfo, Jorge, Alejandro, Pablo y Rodrigo. Ya con una cerveza fría (bien fría) analizamos lo visto la noche del sábado en la final de la Copa Chile ante la Universidad de Concepción.

2- El match.

El equipo entró con mucha ansiedad, repitiendo los mismos errores que ha arrastrado en este primer semestre, es decir, un arrastre excesivo del balón en 3/4 de cancha sin profundidad, con un chupete Guajardo improvisado de wing izquierdo que no dió con el ancho esperado, un Leonardo Valencia contenido y Jason Silva con la chispa apagada, por nombrar a algunos. Y nuevamente el error en la salida en campo propio fue el factor detonante para que la U de Concepción nos clavara dos puñales en apenas 9 minutos de juego, primero con un autogol de Díaz y luego con un golazo de mediacancha cortesía de Vargas (ya es tercera vez que atrapan adelantado a Melo). Bajo esa perspectiva, Palestino se encontraba cerca de un nocaut técnico que ni los jugadores ni Pablo Guede supieron reanimar incluso realizando el ingreso del pájaro Riquelme. Así, el partido entró al descanso con un 2-0 en el que la U de Concepción supo golpear en los momentos justos en las zonas donde más le cuesta a los árabes.
El segundo tiempo vimos a un Palestino que, si bien entró a jugarse todas sus cartas ofensivas, no tenía la claridad para poder romper el cerrojo impuesto por los del Campanil. Con ello, gran parte de los embates tetracolores se reducían a lanzar centros al área que ni Ramos ni Guajardo podían encajar; a diferencia de otros partidos, se echó mano a los tiros de distancia, pobremente ejecutados por nuestros jugadores. Así, el tercer gol de los penquistas al minuto 80 fue cual espada que el torero asesta al toro herido. De ahí en adelante esa diana fué para Palestino como una inyección de adrenalina para que en 15 minutos, viéramos recién al equipo que queríamos ver. Los goles de Guajardo (81’) y Cháves (90’) abrieron una esperanza de minutos a quienes esperamos por tantos años ver a Palestino campeón, más el destino ya estaba sellado y el pitazo final no hizo más que premiar al equipo que supo hacer mejor su libreto a lo largo de los 90 minutos de juego. La Universidad de Concepción fue un justo campeón de la Copa Chile. Por lo declarado durante las semanas previas por el cuerpo técnico y los jugadores, por lo que los hinchas palpitamos durante estos 3 meses, podemos concluir que este es el primer tropiezo de la era Guede.

3- El epílogo.

Si a usted querido lector le acomoda asimilar esto como un fracaso, entonces deje la lectura hasta acá. Ahora bien, conviene  citar en estos momentos a tal vez uno de los mejores deportistas de la historia, Michael Jordan, quien dijo “por cada éxito que tuve en mi carrera, pasé primero por 10 frustraciones”. Y es eso lo que quiero destacar en las últimas palabras. Hasta ahora todo lo que hemos vivido con Pablo Guede en la cabeza han sido alegrías y satisfacciones, y esta noche de sábado nos tocó bailar con la fea, y si que duele porque el dolor es triple: perder un partido, la final de Copa y quedar fuera de la Sudamericana. Pero lo primero que DEBE hacer este equipo (jugadores y cuerpo técnico) es aprender del duelo, reconocer errores, sacar conclusiones y volver a levantarse. Y los hinchas no nos debemos quedar atrás, ya que esta extraña forma de amor que llamamos Palestino no se apaga con este partido; el día de mañana nuevamente buscaremos en los diarios alguna noticia de este equipo, el miércoles nuevamente estaremos atentos al destino en el campeonato, en una semana y media más nuestro aliento y esperanzas crecerán a nivel sudamericano y esperaremos con ansias el cruce efectivo, el toque sutil, la genialidad del pase y el remate al arco, porque como bien se dijo a finales del año pasado “El que no sufre no es de Palestino”, Esa extraña forma de amor es lo que debemos con responsabilidad transmitirle a los chicos como Juan Francisco y Juan David.

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