28 de marzo de 2015. Talca. Un desdibujado Palestino hacía esfuerzos desesperados para poder cambiar su suerte, pero lo que no pudo hacer en 75 minutos le pasó la cuenta. Se perdía la Copa Chile y muchos hinchas volvimos a santiago con la tristeza y el grito de campeón en la garganta.
11 de abril de 2015. La Cisterna. Un impotente Palestino buscaba entre sus esfuerzos poder romper el cerco del arco del Campanil, pero sin claridad. Como agregado, la Universidad de Concepción si bien no dominó ampliamente, era más efectivo sumado a los errores defensivos tretacolores. al final del primer tiempo los árabes se van al entretiempo perdiendo 2-0, pensando en que empezaba a crearse una bestia negra y la incertidumbre de que el alza mostrada en los últimos partidos tenía su tope.
Pero, a diferencia de lo ocurrido en marzo, Palestino debía aprender de sus errores. Así lo entendió Pablo Guede y todo el plantel, quienes invariablemente sentían que debían entregar todo como preámbulo al match con Boca Juniors el jueves. Así, el ordenamiento táctico del DT ordenó el mediocampo dejando más espacios a Valenzuela como creador en el mediocampo y renovando la fuerza de ataque con Riquelme y Guajardo. Y por otro lado, el equipo sacó a relucir lo que llamamos “vergüenza deportiva”, concentrándose más en las coberturas defensivas y pelear cada pelota como si fuese la última.
Así, a medida que pasaban los minutos del segundo tiempo, los tetracolores comenzaron a cubrir la cancha de manera más efectiva e inteligente. Riquelme (para mí el jugador de la cancha) y Guajardo empezaron a desbaratar la defensa penquista a punta de velocidad. El penal convertido de manera pulcra por Leonardo Valencia fue el destape de una cañería de angustia, y luego en pocos minutos Riquelme tuvo el nirvana preciso para mandar al fondo de las redes un grueso error de la defensa rival. Con el 2-2 reflejado en el marcador, la Universidad de Concepción se desdibujó en parte, más aún siguieron aprovechando los errores de Escudero y compañía para lograr la tercera diana, encontrándose con un Darío Melo que sacó a relucir lo mejor de su repertorio como arquero. Pero Palestino ya estaba embalado, y tras un pase preciso de César Valenzuela, el “Chupete” sacó su traje de artillero y doblegó por tercera vez al Tigre, con un gol que se gritó con toda el alma.
El triunfo de hoy ayuda a reforzar el alza del juego de Palestino, pero lo más importante es que le agregó un nuevo bloque de luchar con todo para remontar un marcador adverso. Mérito de Pablo Guede en visualizar el reordenamiento, y mérito mayor a todo el grupo de no dejarse vencer por los fantasmas.
Ahora, se viene la hazaña mayor en una de las catedrales del fútbol mundial. Se lo tiene bien ganado.
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