En La Cisterna, cada fin de semana, abundan las familias de origen árabe, también algunos(as) hinchas que se ven atraídos(as) por los colores o por la causa palestina. El Club Deportivo Palestino figura como otro de los múltiples espacios de encuentro de la comunidad a nivel nacional y cabe considerar que este club es único en el mundo, a miles de kilómetros de distancia, y el único que muestra libremente la bandera de palestina además del simbolismo que carga su camiseta, y que, si bien, Palestino no presenta un discurso político marcado en la actualidad (sin considerar el uso del mapa en la camiseta por ejemplo), en su origen, tuvo un plantel de mayoría árabe hasta 1952 -(cuando pasó a formar parte de la Segunda División).
Entre ese público, mayoritariamente masculino, figuran algunas mujeres, esas mujeres que aman el fútbol y entienden perfectamente la frustración de perder un partido o de ver al equipo peleando un descenso. La mujer paisana que ama los colores de Palestino, que soporta 37 grados de calor en verano, la que viaja, la que asiste sola o acompañada, en fin, una diversidad de mujeres, estilos, formas de vida, tendencias políticas, pero con la misma historia detrás. Esas pocas mujeres que se adentran en un mundo “masculino” y que cada vez más han ido ocupando espacios en los estadios, abriéndose paso y enfrentando los escollos de la decisión de sumarse a una actividad social en la que predominan los hombres.
Dichos escollos se presentan al hacer el simple ejercicio de buscar “mujeres hinchas” en internet, teniendo como primeros resultados que aparecen van ligados a la belleza, destacando solo a algunas mujeres que se paran en las tribunas que responden a una doble condición: la sensualidad (atribuida al género) y exotismo (para tener mayor visibilidad), creando así una imagen delimitada de la mujer que asiste al estadio. A diferencia de lo que muestran los medios, la hincha del fútbol es más que esa caricaturización que siempre tenemos y la hincha de palestino es una mujer que tiene muchas banderas de lucha a cuestas.
Esta mujer es resistente a muchas opresiones: al patriarcado detrás de la mayoría de las opiniones sesgadas de una mujer que gusta del fútbol y asiste regularmente al estadio, a la mirada occidental que caricaturiza a la mujer árabe como una que está constantemente siendo reprimida, y a la ocupación israelí que vive día a día el pueblo palestino. La mujer chilena de origen palestino lleva estas luchas contra las opresiones en todos los aspectos de su vida: en distintas asociaciones de trabajo por la liberación palestina, en el trabajo tratando de romper el estereotipo, en partidos políticos con sus banderas de lucha, en manifestaciones, en sus círculos cercanos, etc. En todos estos espacios las mujeres palestinas han estado activas en la resistencia, son ellas las que conducen el boicot frente al sionismo y se niegan a estar en silencio frente a lo que sucede en Palestina, llevando una bandera de libertad, justicia y paz tanto los 90 minutos de partido como en su día a día. Esta mujer resulta entonces un símbolo de inspiración y un ejemplo para quienes soñamos con un mundo distinto.
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