En los últimos días Gaza ha
sufrido ataques por parte de Israel. La versión oficial de dichos ataques es
para contener a la “yihad islámica”, para ello no escatiman en recursos. Empleando un poder bélico sobre la población
civil que resulta obsceno ante las ya precarias condiciones de vida de los
gazatíes, sin embargo los ataques israelíes actuales esconden una razón más
personal, ya que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu está siendo
investigado por acusaciones de soborno, fraude y abuso de confianza, se alega que
Netanyahu aceptó obsequios de empresarios adinerados y distribuyó favores para
tratar de obtener una cobertura de prensa más positiva.
Los cargos que se le imputan a
Netanyahu se distribuyen en los siguientes casos:
Caso 1: Se alega que Netanyahu
recibió varios beneficios de alto valor, como champán rosado y cigarros, a
cambio de favores para un amigo rico. Netanyahu ha dicho que eran muestras de
amistad y que no actuó de manera inapropiada a cambio de ellos.
Caso 2: Netanyahu enfrenta
posibles cargos de fraude y abuso de confianza en este caso. Se alega que ha
acordado un acuerdo con el editor de un importante periódico para promover una
legislación que debilite a un rival diariamente a cambio de una cobertura
favorable. El editor enfrenta un posible cargo de soborno.
Caso 3: Se cree que este es el caso
más grave porque podría ver a Netanyahu acusado de soborno, fraude y abuso de
confianza. Se alega que Netanyahu promovió decisiones regulatorias que
favorecieron a una compañía líder de telecomunicaciones a cambio de una
cobertura de noticias favorable de uno de sus sitios web, como parte de un
acuerdo con el accionista controlador de la compañía.
Además de los casos mencionados
hay que agregar que desde que Estados Unidos dio luz verde para “legalizar” los
asentamientos ilegales apostados en territorios ocupados palestinos, Netanyahu volvió a activar el plan de anexión del valle de Jordan. El dominio de Cisjordania ha
sido el corazón de la ocupación israelí. Israel ha construido 140 asentamientos
allí que son considerados ilegales bajo la ley internacional, aunque este país
lo niega.
El valle en cuestión, desde la
ciudad israelí de Beit Shean (a 90 km al norte de Jerusalén) hasta el extremo
norte del mar Muerto, abarca unos 2.400 km2, casi un tercio de Cisjordania.
Se trata de una tierra fértil que
limita con la frontera de Jordania. Allí viven unos 53.000 palestinos y 12.800
colonos judíos, según la ONG israelí antiocupación Paz Ahora.
La principal ciudad palestina en
la región es Jericó. Pero también hay algo menos de 30 localidades más pequeñas
y algunas comunidades de beduinos
Pero actualmente los palestinos
tienen prohibido entrar o usar el 85% del territorio, de acuerdo al grupo
israelí de derechos humanos B'Tselem (atacada en 2016 e incendiada por grupos
extremos sionistas).
Israel ha trabajado incansable y
sistemáticamente para destruir el espacio palestino, dividiéndolo en fragmentos
débiles y aislados que son más fáciles de controlar, explotar y oprimir. Desde
que Israel ocupó Cisjordania y Gaza la población palestina ha vivido una
existencia cada vez más dividida: con Cisjordania separada de Gaza, Jerusalén
Este del resto de Cisjordania, y zonas dentro de Cisjordania aisladas entre sí.
Mientras tanto, la población israelí disfruta de libertad de movimiento dentro
de Cisjordania, dentro de Israel y entre las dos zonas.
Con todo esto es que se da una
idea del por qué los ataques a Gaza, para los políticos israelíes masacrar a
los palestinos responde a un lavado de imagen combinado con concretar el plan
de desaparecer a Palestina como nación. Cada
vez que el regente de turno de la entidad sionista tiene problemas internos
recurre a agitar el peligro del “terrorismo” palestino y articular excusas que
permitan masacrar al “enemigo”, ese enemigo que siempre está acechando la paz
del “pueblo elegido”. Con ello
aprovechan de segregar aún más a la población Palestina y promover sus políticas
expansionistas sin ningún tipo de reparo ni cuestionamiento moral.
Está vez el costo del lavado de imagen
(en solo 48 horas) de Benjamin Netanyahu fue: 50 mil palestinos sin casa, al
menos 70 niños muertos y se estiman 60 muertos adultos (mujeres y hombres).
Ese
es el costo que deben pagar los palestinos por los pecados de un gobierno extranjero que los usa como
excusa para ganar poder.
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