Luego de mucho tiempo hice un espacio en mi apretada agenda profesional (en buen chileno, me cortaron la suscripción al CDF) y partí raudo al Municipal de La Cisterna para presenciar en vivo el Match entre Palestino y Audax Italiano. Había expectación en el ambiente. Los dos últimos triunfos al hilo de Palestino hacían entusiasmar a la hinchada frente a un Lauchax Italiano que viene de capa caída y colista este campeonato. Pero había en cierta zona de la galería un escepticismo con el resultado, y solo dependía de un factor: “Ojalá que no llegue el Yeta” susurró un hincha del grupo, quizás pensando en que si hablaba más fuerte lo iba a invocar.
Todos saben que existe el Yeta, pero aún no se puede identificar. Algunos dicen que es como un espíritu perdido que se apodera de uno o otro cuerpo de vez en cuando, quizás huele que alguna alma está en guardia baja y ataca sin piedad, transformando las expectativas en un choque atómico con la realidad, para pasar a la frustración y en algunos casos, a la ira. Y cuando eso ocurre, saben que el Yeta está rondando cerca, miras a quien está a tu lado y lo hueles para saber si es el Yeta o no.
En un principio se pensaba que el Yeta era un personaje díscolo oriundo de Talca, ya que cada vez que jugaban ante Rangers no le podían ganar (eso hace mucho tiempo). Llegó su estigma a tal punto que una noche sentado en la acera de una calle de Seminario se puso a llorar en silencio. El año pasado los resultados negativos fueron pan de cada día, por lo que la sospecha de “el yeta” empezó a recaer en un acérrimo hincha de Palestino, ciudadano del mundo y febrilmente culturizado. Cada vez que invitaba a un amigo a ver a Palestino, el equipo perdía, quedando en vergüenza una y otra vez. Hasta que un día convence a su novia a ir al estadio y, para suerte de nuestro amigo, Palestino sacó los tres puntos. Ergo, no era el Yeta que sospechábamos.. o el espíritu del Yeta ya había dejado su cuerpo.
Pero bueno, volviendo al partido la consigna era “Tenemos que ganar al Audax si no Cavalieri estará más solo que Anita la Huerfanita”. El caso es que el tetracolor salió al pasto de La Cisterna con el objetivo claro de dejar como colador el arco defendido por Muñoz y ratificar que venía en alza. Y así lo dejó de manifiesto desde el minuto 1 del partido, con un lance que si bien al principio resultó bastante intenso en ambos arcos, a los pocos minutos era claro que Palestino sería el dominador de las acciones y de las oportunidades de gol. Con una defensa bien ordenada, con Rosende de backup entre defensa y mediocampo, Fernández iniciando las jugadas por la derecha y Cortés haciendo lo mismo por izquierda, se cansaron de abrir la cancha para Muñoz y Campos, dejando claro que la divina providencia estaba del lado de Audax en esos momentos, con dos palos que salvaron la portería itálica. Pero como bien dice el dicho “Gol que se pierde se convierte en el otro arco”. Y en la única desconcentración de la zaga palestinista, Geraldino vence al meta Perez tras centro bombeado cruzado hacia el oriente que el delantero se encargó de introducir.
Realmente mala suerte… o el Yeta estaba presente en el estadio.
En el segundo tiempo las embestidas árabes se concentraban por el ala derecha con Ribery en tándem con Soto, bastante interesantes y peligrosas, y otras en menor medida por el centro y el ala izquierda, pero el hecho es que era muy difícil vencer la valla sur del estadio, o algo no quería que ocurriese el gol. Resignado a que esto no tenía vuelta atrás y que hay tardes en que nada te funciona, decidí salir de la gradería e irme a los estacionamientos a fumar un cigarro, cuando de pronto se escucha el grito de gol de todo el estadio. Palestino por medio de Campos rompía la paridad tras el enésimo desborde por la derecha y centro al corazón del arco tano.
Rápidamente volví a mi posición en la galería sur para seguir viendo el partido, que seguía teniendo a Palestino como protagonista, con un César Cortés cansado pero dando todo en la cancha, Rosende que no se agota nunca, Gutierrez luchador en el ataque y Campos con Muñoz abriendo espacios. Hasta que llega nuevamente el error.
Esta vez no vino de una jugada de pizarrón, sino que de la misma banca palestinista. En una decisión que es digna de estudio en psicología, Cavalieri es abducido mentalmente y saca a Cesar Cortés por Fabián Manzano, un volante de creación por uno de corte, declarando a todo el estadio que renunciaba al ataque aún cuando el local era el animador de las jugadas de ataque. De ahí en adelante el trámite del partido cambió radicalmente, ya que Audax vio como le entregaban el mediocampo y no lo pensó dos veces: a los pocos minutos el entrenador tano saca a Leiva y hace ingresar a Abreu, aumentado el peso específico en ataque. Los últimos 20 minutos la gente vió con resignación las llegadas verdes una y otra vez hasta el pitido final. Empate 1-1 y la sensación en el estadio de que este partido se pudo ganar si no es por la mala decisión de Cavalieri… o por el Yeta.
Ahora lo que se viene es de visita frente a Deportes Temuco en la novena región. Un lance de pronóstico incierto que puede desnivelarse si no es por una genialidad táctica de Cavalieri o por la invocación a el Yeta, que puede estar en cualquier persona: en su amigo, en su pareja, en quien escribe… o en usted.
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